viernes, 27 de febrero de 2009

CADENA DE PLACERES



Sí! Finalmente cumplí los 35 anunciados años.
Me acostumbré a darme regalos constantemente, cosas sencillas -y no tanto- que surgen de mi deseo, así que era de esperarse que un día como ayer no me olvidara de ellos.


Como no tengo una pareja que además de despertarme comiéndome a besos me ofrece un natural, delicioso y refrescante jugo de naranja... ayer cuando abrí los ojos me regalé la mejor sonrisa y actitud, prendí la radio: Cual Es? –recién empezadito-, un buen baño, una buena camiseta, un buen día y al Delicity. No me llenaron de besos pero me tomé un café tranquila y relajada como nunca lo hago en día laboral.


Pero como tampoco soy una millonaria que gira por el mundo sin importarle el motor de ello, mi segundo regalo sería irme temprano del trabajo, como a las 4 -tiempo soportable por mi obsesiva cabeza laboral-. Me terminé yendo a las 5 pero gracias a dos celebraciones: con los chicos fuimos a almorzar a la grandiosa parrillita que nos bendice, y a la tarde nos partieron una torta a dos del 26 de febrero.
Cabe anotar que el regalo extra fue la abrazadita –por más segundos de lo usual- con mi jefe que podrá ser muy garca pero está buenísimo.


Y que mejor regalo que uno eterno, si, como no regalarme un tattoocito?
Naturalmente volví a desembocar en las manos de Pato. Como si fueramos dos viejos amigos, nos actualizarnos un poco y en un dual ritual mi triple símbolo fué rasgándose en mi piel. Además no me cobró, regalándome no sólo el tattoo sino la grata sorpresa del aprecio.


Finalmente, como no puedo controlarlo todo -así insista-, recibí llamadas inesperadas, un abrazo con el alma, unas flores simpáticas y un soñado encuentro que sin pedir permiso cerró un día perfecto.