martes, 17 de febrero de 2009

EL GRAN CAÑON



Una fría mañana pasó por nuestra oficina dejando un marcado recuerdo: su gran culo, un enorme culo que aparecería una y otra vez en nuestras espaciadas charlas.

Ante la posibilidad de recibir clases de portugués en el trabajo, Sara y yo vimos cada vez más cercano ese gran culo que tanto nos intrigaba.

Y así fué como hace unos meses empezamos con Ariana, la dueña del nombrado culo.

Ariana tiene ese gran culo que necesita sostenerse, dos gruesas y cortas piernas lo ayudan con eso, y una linda cara, ojos, pelo y piel los acompañan. Su acento es delicioso y su sonrisa inocente es muy cautivadora. La profesora soñada.

Por viajes y fechas cruzadas, este sábado íbamos a reponer unas horas de clase en el apartamento de Sara, incluyendo conversaçao na piscina… umm iomi!

Como no me sonó el despertador a las 11:30, llegué un poco tarde pero justo para la preparación del almuerzo.
Ariana estaba poseída por un exagerado frenesí, caminaba con sus corticas piernas por la amplia cocina e insistió en que ella haría la potente ensalada, se apoderó tanto de su labor que empezó a tornarse miedosa.

Por suerte ya había comprado todo cortado, así que sólo era mezclar, los cuchillos estarían lejos de su alcance, pero ella no quería limitarse a las porciones que le marcaban la pauta y no podía parar, abrió una lata de maiz en 3 segundos, mezcló en dos recipientes cuanto molho encontró por ahí y después los mezcló juntos en la ensalada (?), iba y venía del comedor a la cocina, llevaba y traía platos y vasos mientras nos contaba sus experiencias como azafata.
Durante todo el almuerzo no paro de hablar, más que conversaçao fue escutaçao, y sus buenas intenciones no estaban siendo suficientes para obviar su exaltado comportamiento.

Finalmente bajamos a la piscina acercándonos al encuentro con su gran culo. Todas mis fantasías y los mil elogios que Sara y yo habíamos promovido por ahí, se desvanecieron con una simple caída de toalla.

Su gran culo era una enorme masa agujereada que se apoderaba de la minúscula tela de lycra ahogándola en su profundidad, y sus cortas piernas llevan las marcas de su peso gritando desgarradoramente que no aguantan más.
Ella lejos de esconderlo lo paseó por ahí continuando con su psicótico comportamiento, se paraba, se sentaba, se zambullía, se secaba, nos queria peinar, refrescar, agradar.

Por qué a veces nos cuesta dejar nuestro gran culo en el cajon?