
Entre las rutinas mentales que me tengo asignadas, una es destinar el recorrido de los lunes de mi casa al trabajo, a la gratificante “DANDOLE DE COMER AL OJO”, que no es más que una agradable rutina de contar chicos lindos… lindos para mí - siempre me aclaro-.
Así que el lunes pasado, ya sentada y oyendo a Mario por primera vez en este año, descabezaba uno y otro sin compasión.
Venía un lunes exigente pues en Monroe y Cabildo solo llevaba 2 –usualmente 5 o 6-, hasta que hizo presencia en -el ya planta baja de mi vida- el 168, un chico que inmediatamente subió a puntear la tabla..., era el producto de mis más insensatas mezclas en territorio porteño.
La de él es una parada concurrida, así que le clave el ojo desde que estaba abajo y le seguí el recorrido mientras a pasito de bebé subía y subía y subía y pagaba. Registrando solo manchas negras para sentarse, tuve la buena suerte –en ese momento- de que escogiera el de enfrente mío.
Ví su nuca por 20 minutos y su perfil cuando algo diferente a su mundo auditivo lo atraía… era el más bonito! Se bajó 2 paradas antes que la mía y se fué...
Oh sorpresa! El martes nuevamente el pasajero en cuestion asiste al encuentro!, pero esta vez se pierde en la profundidad del bondi y me deja solo con su recuerdo...
Y el miércoles otra vez! ...pero a la tarde, caminando por una calle cualquiera, alcance a verlo, la misma camisa de la mañana nuevamente me lo restregaba en mi pensamientos. No estaba solo, estaba muy cómodamente acompañado por un chico que claramente sacaría las uñas para defender a su presa.
El jueves desde que me subí le ordené al destino que se subiera. Bien! lo vi en la fila! ...pero como siempre –siempre?- se perdio en el fondo potenciando el desparrame de fantasías en mi cerebro.
El viernes lo único que queria para empezar un perfecto fin de semana era hacerme una recarga del bonito pelado de ojitos verdes, y además jugar nuevamente con el destino pues con el 168 nada esta dicho!
Mis esperanzas se fueron para atrás cuando –como lo había atraído mi botón justiciero- vino un 168 con todo un grupete de colegas atrás suyo! Cuatro 168 que siguieron zigzageándose sin parar.
No podía permitir que la ineficiencia de esta línea de mierda me robara mi power! Así que tomé el volante, esquivé a los otros, los adelanté, saqué mis deseos -por suerte reprimidos- de ser chofer de colectivo, y guerrié hasta su parada. Cuando lo ví en la fila no lo podía creer, le había ganado a los titanes rojos, le había ganado al destino!
O el destino es simplemente un colaborador a la espera de mis ordenes?
Como todos los días, él dejo que los chicos –y chicas- subieran primero. Lo puse en mi mira durante esa larga espera sin ningún disimulo, y la mantuve firme!, me vio una vez y yo seguí mirándolo y trayéndolo hacia mí con la fuerza de un Jedi, me vió otra vez, y otra. Sus ojos solo se cruzaban con los míos, a diferencia de los míos que se talabraban en los suyos. Se sentó atrás mío…
Me envió a pasar un fin de semana con salida a bailar, chicos perseguidores –pero muy chicos-, ego por el cielo y la visita de un viejo amigo con recuerdos, reflexiones, mucha conexión y unos Pielroja.