lunes, 13 de octubre de 2008

ARMAMENTO LIQUIDO


La bienvenida a los recitales porteños me la dio The Chemical Brothers de una manera excesivamente lluviosa y extremadamente calurosa a la vez. Pasamos de cagarnos de frío mientras le hacíamos fuerza al cielo para que los dejara salir otra vez, a derretirnos hacinados en un sauna humano intentando salvar la inversión.

Con mi tendencia a convertir en rituales todas esas acciones que comparto solo conmigo -el tiempo en los aeropuertos, los vuelos largos, las compras en el supermercado- era esperado que los conciertos fueran los sensei de ellos. Voy a la hora que quiero, me paro donde quiero, me muevo como quiero y me fumo lo que quiero cuando quiero. El sábado fue uno de esos días que agradecí más que nunca no tener que contar con la opinión de nadie.

Llegué para Horcas, que tenían en mi corto bagaje un muy buen puesto luego de haberlos visto abriéndole a uno de mis punteros: Megadeth.
Walter nuevamente me recibió con total exaltación dejándome lista para por primera vez ver a Rata Blanca de quién sólo conocía su tipeada historia, y quienes mucho no me mataron.
En su último tema unas cuantas gotillas se vinieron con todo un ejército obligándonos a recurrir hasta a las más absurdas guaridas, como la mía, una escuálida rama de un árbol que por primera vez me hizo sentir gorda.

Casi media hora después las nubes se quedaron sin municiones y aprovechamos el receso para ponerle el pecho a Motley Crue!
Mick inundó el escenario con su ochentero efecto y el aguado público reconectó para recuperar todo su power.
Poco me duro la fiesta, por lo visto las nubes tenían la reserva muy a la mano pues al quinto tema empezaron a bombardearnos con una gototas que rápidamente tomaron posesión del predio volviéndose en misiles un tanto incómodos para mí.

Decidí alejarme un poco de la masa en busca esta vez de una trinchera menos esquelética y terminé más lejos de lo que pensaba pero en un buen búnker de lata -literalmente- más que viendo el desfile de Tommy, o las maratones de Neil, oyéndo a los angelinos rockeros.

O me falta rock y metal, o estoy muy vieja.