Quiero sacármelo rápidamente, merece un lugar pues fué quién le dio vida al justiciero en esta ciudad…
Llevaba meses de absoluto romance con la apetecible Buenos Aires, estabamos de novias asi que yo iba dando salticos por ella sin importarme nada más que no fuera su alma. Como todo romance cuando bajamos un poco empezamos a vernos los lunares de cada una, el botón justiciero descubrió uno rojo y pesado, tan funesto que era inevitable no tenerlo en cuenta.
EL MOLESTO 168! Casualmente –no existen las casualidades?- en los últimos 3 lugares que he vivido él ha sido mi plataforma al trabajo.
Empecé el contacto con los bondis excitada por el tema que no tuviera que darle plata al chofer, que nadie hablara –ya hable de la paranoia acentual-, que me pudiera entender directamente con una máquina así tuviera que buscar monedas en cuanto establecimiento de canje monetario existiera.
Hasta que empezó a parecerme incómodo viajar como vaca en él pero rodeada de otros de la misma especie deslumbrantes y cristalinos.
Mi primer contacto del día con gente –que me encanta- estaba siendo poseído por la ineptitud de los integrantes de esta secta colorada.
Mientras las cosas cambian –no en manos de una mujer-, lo tendré en cuenta en este lugar, pero le daremos espacio a otros que a quién más botonean es a mí.
Próxima a elojiarme con un año mas de vida, quise sacármelo de encima y presentarlo formalmente.
