
Concentrándome en este territorio que estoy pisando, se plantea la literatura intimista, el fenómeno del “yo”, el boom autobiográfico… ¿Es el blog es una tierra que potencia la necesidad de contar lo que me pasa, lo que veo, lo que pienso, lo que siento o simplemente lo que me da la gana? ¿Hasta que punto es nocivo? ¿Cual es el límite?
Unos son hechos con el firme propósito de atrapar, de ser leídos por muchos y ojala cada vez por más. Como escribir un libro, pero diario y eterno –para mantener la hinchada- pero sin tener que recorrerse las conocidas y desconocidas editoriales con el amigo bajo el brazo, o sin tener que lidiar más que con uno mismo.
Otros son creados con la idea de abrirse un espacio en esta perpetuidad, abriendo la gran ventana para que se vea de afuera hacia adentro, no solo por el autor sino por el caminante anonymous que pasaba por ahí. ¿Por qué esa ventana no se abre en el mundo real? ¿Me reservo mi intimidad para compartirla con el mundo desconocido sin importar cuantos crean que forman parte de él alejándola completamente de su esencia?
El motivo es muy personal pero el contenido es todo lo contrario, cualquiera puede entrar y leer cartas de amor, quejas, fetichismos, observaciones, aberraciones, fanatismos, culpas, infelicidades, denuncias… todo y de todas las formas posibles. Si lo que leo es realidad o ficción, producto de un egocéntrico o no, la verdad que no me importa; lo veo como una forma mas de expresión, de fácil acceso y con las millones de posibilidades que me regalan las millones de cabezas con las que comparto esta superficie.
Mi propósito al abrirte era darle voz a un justiciero interno que me mantiene atenta, intención que ha empezado a compartir espacio con la botonaza cerebral. No me cuestioné con mucha profundidad que tipo de blog serías o quién te leería, por ahí a algunos que me conocen les divertiría ver de la ventana para adentro, por ahí otros se asomarían e inclusive te tatuarían.
Llegó el momento de que sepas que con seguridad otros miles nunca te conocerán, pues tu ventana no es la única, agradezcamos juntos la existencia de esas tantas que te devuelven esa intimidad tan cuestionada últimamente...