Hoy camino por Bogotá, y como las veces anteriores me cuesta definir lo que siento.
Me escudo en mis afectos, en la amorosa familia que no me juzga, que solo me ama con mi tatuada piel y mi drástico espíritu antipatriótico. Recorro la ciudad que sentí mía por 30 años y la noto ausente, le pertenece a esa yo que pulula en mis recuerdos, y me aferro a mis amigos, a los que siguen presentes desde hace 20 años y a los que son reales desde menos, a esos que desoyen mi cotidiana ausencia pues valoran el placer de un reencuentro.
Hoy escribo desde Bogotå, y he podido aclarar un poco lo que siento....