
Caminé por unas calles algo desconocidas, corregí con algo de astucia el rumbo directo a las solitarias y yuyudas vías del tren, caminé más, pasé parejas, grupetis de 4 o más, tomé una mala decisión en una esquina, caminé más y más, me interné por unos quince minutos en un Burguer y me comí un stacker, caminé dos cuadras más y esperé.
Caminé, recordé.
NO a los cancheritos que no hacen la fila.
NO al falso metalero, que arma quilombo.
NO al pollerudo que lleva a la novia, quien lo único que sabe es como se escribe Metallica.
NO a la novia del pollerudo que le da la espalda al escenario y busca caras conocidas.
SI al que se momifica y disfruta del concierto.
NO al que obliga su brazo a ser un estático y duradero trípode.
NO al del trípode que ni siquiera mira lo que esta grabando.
SI a Robert Trujillo.
NO a la que fuma (cigarillo), más estando en una masa semicompacta.
NO a los que se quitan la camisa.
NO a la que se pone mimosa y le recuesta la cabeza en el hombrito a su acompañante.
NO a la excesiva comercialización de Metallica.
NO a la que va en ojotas.
SI al paletero que se cruza justo en el momento de la prendida del porro y se gana unas buenas secas.
NO a las disculpas de Lars.
NO al ponchador (?) de las camaras, que le da más aire del necesario a los aplastados fanaticos de adelante.
SI a la luna y su noche estrellada.
NO a la que no se da cuenta que tiene una banda en frente.
NO al que canta fuerte.
SI a la pareja de amiguitas que revolotean por todo el campo, pasan como una mosca y son inofensivas.
NO a los que al final no entendieron el pedido de Hetfield.
NO a los que se van cuando la banda todavía está en el escenario.
NO al que aprovecha la salida para apoyar.
NO a los que se plantan a comentar el recital en frente del kiosko, absolutamente ausentes de la manada que camina.
SI a la pareja que comparte el mismo gusto por la música.
SI al colectivero que le abre la puerta a 3 o 4.
SI al sueldo que financia entradas y una cómoda cama.