El lunes es mi día cajabobístico por excelencia, me zambullo a las 9:00 con Lost y tomo aire casi a la 1 con el final de CQC. Son mis preciadas 4 horas, son las que más disfruto estar sola, pongo el volumen que quiero, hago comentarios y grito sin medirme, me olvido del control remoto y voy y vuelvo las veces que quiero.
Casi siempre llego sobre la hora, pero ayer no sólo estaba lista en el Previously on Lost, también tuve tiempo de ver los últimos minutos de CSI.
Como un presagio, mi representación física del hombre perfecto terminaba su historia asesinado de un balazo. Warrick Brown, solitario en una calle de Las Vegas, quedaba postrado al volante. Un exlosivo nooooooooooooo! inauguró la velada.
Pero como no todo en la vida es una caracuerpopiernaspelobrazosojos bonitos, no iba a dejar que el sorpresivo incidente dañara mi ritual lunístico y mucho menos cuando uno de los integrantes ilustres se despedía por un tiempo.
Empezó Lost y la felicidad me duró poco, de la nada me empezaron a llegar mensajitos de texto que por lo general brillan por su ausencia. Reapareció Mr. Comida China con su estilo PUM para arriba, apareció uno que conocí el viernes y no sé por qué motivo se creyó mi mejor amigo comentando lo que iba pasando, y reincidió mi ex con sus tiernos delirios de papá protector.
Mi ritual estaba siendo invadido por el fantasma de una inexistente pareja con carencias y planteamientos fuera de lugar, pero como mi felicidad tiene el suyo muy bien ganado preferí volar por mundos surreales con un cincuentón enamorado de una isla que tener contacto con hombres reales intentando enamorarse de si mismos.
En un inusual horario, la cámara empezó su recorrido en un negro transformado en la tapa del cajón, ayudada por la grúa como una inyección de heroína fue entrando y se posó sobre la inerte cara de mi amado John Locke. Un doloroso noooooooo! rasgó mis sueños.
No me despido.